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martes, 24 de febrero de 2009



[code]Es bastante extraño para ser google no?[/code]

jueves, 19 de febrero de 2009

Pwned

Dragon Age: Origins y el momento de los juegos de rol en consola (Por doruku)


Seguro que uno o muchos de ustedes jugaron Baldur’s Gate, ese clásico juego de rol de BioWare en en el cual podíamos pasar horas desarrollando a nuestro personaje, aprendiendo hechizos y siguiendo una la compleja trama. Para nuestra tristeza ese tipo de juegos fueron borrándose de los planes y con la transición a consola, lo último decente que pudo entregar la compañía fue Neverwinter Nights.

En todo este proceso es cuando me surgió la pregunta ¿Por qué al jugador de consola se le subestima? Pareciera que es un imbécil al que obligan a escoger entre el ser casual y hardcore con su respectiva lista de características. Juraría que los juegos también se polarizan pero no es verdad, basta cambiar un poquito el control y bajarle la dificultad para que se distinga uno de otro.

Las experiencias en juegos de rol no son muy distintas, la interrogante se genera de nuevo y tenemos que elegir entre una “Oriental” vida infantil llena de traumas, acompañada de combate por turnos y cinemas de la mejor calidad o de plano irse a lo “Americano” con un juego de rol del tipo Sandbox.

Títulos como Fallout 3 o Elder Scrolls IV: Oblivion son un claro ejemplo de cómo se debe de iniciar un juego y cómo NO debe terminarse. Al plantear un sistema de juego no lineal debe equilibrarse para que el usuario se mantenga pegado al asiento y evolucione de manera gradual. Tanta libertad termina por arruinar la experiencia de juego.

Oblivion falla al proponer múltiples misiones ubicadas en escenarios clonados mientras que Fallout 3 carece de situaciones en las que el jugador de verdad se adueña de su personaje. Las calificaciones son altas, en todos los sitios de prensa los chulean y en algunos como Niubie, se les critica. Puede que la culpa sea de los tiempos de desarrollo, de la presion del publisher o de plano que ya tenemos tanta hueva que necesitamos situaciones digeridas.

BioWare por su parte, goza de un prestigio similar a Bethesda en juegos de rol y al igual se ha visto forzada en entregar 3 versiones del mismo juego variando escenarios: Star Wars, el Viejo Oriente y la Galaxia. Tal ha sido el éxito de su primera versión que ahora se ha metido al mercado de juegos con Star Wars: The Old Republic, el primer masivo que habla de todo, menos de la experiencia de jugar con miles de personas.

Con todo esto me pregunto si Dragon Age: Origins podría generar ruido al lanzarse en consola. BioWare lo presenta como el sucesor espiritual de Baldur’s Gate, con el mismo estilo de juego de pausar y ajustar los ataques, desarrollar a tu personaje y generar nuevos módulos con las herramientas de desarrollo que vendrán incluidas. El sistema de control es similar al de un RTS, un género que parece no encajar mas que en la PC.

El juego se encuentra en una etapa muy avanzada de desarrollo por lo que podría ver la luz este año. De hecho la fecha de lanzamiento estaba planeada para principios de año sin embargo BioWare anunció que se tomará todo el tiempo que tienen de colchón para pulir más detalles de jugabilidad y gráficas.

Ya sea a principio o final de año BioWare apuesta a una plataforma que se encuentra en transición, dominada por el mercado independiente y el torrent. Tal vez haga su aparición demasiado tarde, cuando la base de usuarios que disfruta estos juegos de rol se hace más pequeña y el universo restante no esta de humor para arriesgarle a lo complicado.

Es una pena porque un juego de esta categoría no merece pasar desapercibido.

Link: Dragon Age: Origins (BioWare)

Me parece GENIAL que el rol llegue a las consolas... me gustaria ver LINEAGE 2 (baba)

Sacado de niubi...



Pagina en blanco (por Cristian Warnken)

(A Ema, Consuelo y Andrés, con todo nuestro amor).

Estoy frente a la página en blanco, tratando de escribir esta columna en este día de febrero, mientras veo al sol derramarse minuto a minuto en mi jardín. El sol no deja de aparecer, pase lo que pase, todos los días, para entibiar las hojas y los pájaros. Antes, escuchaba el monótono sonido del filtro del agua en la piscina, que me acunaba, como música de fuente.

Hoy, ese sonido ya no está: la piscina de mi casa está clausurada, pero presiento que un agua subterránea, invisible, sigue sonando en otro jardín, frente a otra ventana.

Este jardín está lleno de baldes de colores desparramados, rastrillos, carretillas, un caballito de mar naranja, un barco volcado. Muchos juguetes han ido desapareciendo, pero este barco sigue ahí, volcado. Barco de juguete, "barco de mentira", inmenso para un niño en su reino, pequeño para nosotros, que al crecer dejamos de ver el tamaño interior de todas las cosas: ya no vemos en la hormiga al unicornio, ya no vemos en la hoja a Pulgarcita viajando hacia otros mares, ya no vemos en el charco al mar.

No puedo dejar de mirar ese pequeño barco ebrio, que volcó un niño -quizás mi niño muerto- al pasar. Que nadie lo toque, que nadie lo saque de su abandono sagrado a orillas de un puerto que no vemos. Cada niño es un capitán de un barco que no vemos. Los niños viven de milagro. Cada niño que camina, respira, juega, es un niño que para llegar ahí tuvo que sortear miles de pequeños grandes peligros, desde que fue semilla, desde que salió de la nada, chispa de luz que se encendió en la inmensa noche del azar. Escaleras abruptas, calles violentas, millones de virus y bacterias, enchufes, piscinas... Los niños viven de milagro y son un milagro. Nosotros también fuimos milagros, y nuestros niños nos devuelven al reino que dejamos una tarde de verano, cuando un adolescente devoró al niño que era, y dejó el barco abandonado en el patio, y no volvió a partir a la aventura inagotable que es cada día en la infancia. El sol ya inundó mi jardín, y quisiera que ningún niño se enfermara, sufriera un accidente o muriera hoy día.

Que hoy fuera un día de tregua, que la muerte dejara de buscar a los niños en todos los rincones de la tierra, que todos los padres del mundo sintieran la seguridad de que sus niños serán eternos, que estarán siempre jugando, saltando, cantando, llorando, para que nosotros podamos vivir. Porque sin esos niños que corren y saltan sobre el abismo de cada día, no podríamos vivir. Estaríamos muertos: de tedio, de vacío, de cinismo, de desesperanza. ¿Podemos imaginar un mundo sin niños?

Pero los niños viven de milagro y están revoloteando alrededor nuestro para gritarnos que la vida es un milagro, que cada minuto de sobrevida es un niño que con una espada de plástico o una niña con una muñeca-hada mantuvieron a raya a la vieja muerte. Nosotros ya fuimos derrotados: somos los muertos que vemos a los niños vivir, héroes de pequeñas batallas inmensas, que se dan en el aire, el agua, la luz.

Quiero que esta página en blanco de febrero se llene de niños, con sus palabras frescas, con sus sonidos puros. Quiero que esta página en blanco sea el refugio para los niños que están luchando contra el dolor, en un hospital, en una guerra, o en su jardín. El dolor de un niño -como su alegría-, por pequeño que sea, es inmenso. Ya lo dijo Pin-Pon, un hombre que se disfrazó de niño para seguir viviendo, y que por eso no ha muerto: "Me aplasté un dedito,/ me dolió un montón./ Yo no lo sabía,/ yo no lo sabía:/ tiene un corazón".

¿No sabíamos, acaso, que hasta en lo más diminuto late un corazón? No lo sabremos si no nos hacemos pequeños, tan pequeños que quepamos en la lágrima de un niño, y naveguemos con él en ese barco "de mentira" que nos espera para partir, al fondo de nuestro jardín.



Cuando leo a Cristian me provoca abrazar a mi hijo y no soltarlo mas...

Fuerza a los todos los que son padres que es una tarea dificil...

(http://blogs.elmercurio.com/columnasycartas/2009/02/19/pagina-en-blanco.asp)